Los términos
interproximal, interdental e interdentario pueden intercambiarse y se refieren
al espacio que se encuentra por debajo del punto de contacto de los dientes
(zona de máxima unión). Esta área, llamada espacio interproximal, es ocupada
por la encía y es considerada una zona “protegida” a la que es difícil acceder
incluso cuando los dientes se hallan en posición normal.
Está bien documentado que la placa bacteriana (biofilm oral) es el factor
etiológico primario en el desarrollo de la enfermedad periodontal crónica
inflamatoria. El método más común de control de placa mecánico es el cepillado,
el cual ha sido diseñado para lograr el máximo control de la placa. Su éxito se
ha demostrado únicamente en la remoción de placa bucal o vestibular, lingual o
palatina y superficies oclusales (zonas de masticación), pero en las
superficies interproximales su acceso es limitado, por lo que para conseguir
una adecuada higiene oral interproximal en la mayoría de los casos es necesario
penetrar entre los dientes adyacentes.
Las áreas interproximales, especialmente las posteriores, son las menos
accesibles (Asadoorian, 2006), pero las lesiones periodontales, gingivales y
las caries predominan en estas zonas (Galgut, 1991). Por tanto, para conseguir
una buena salud bucal (Lindhe, 2008) es muy importante asegurar la eliminación
de la placa interdental.
En individuos jóvenes en los cuales la encía interdental (papila) llena todo el
espacio interproximal, la seda/cinta dental es la única herramienta que puede
alcanzar esta área (Schmage et al., 1999), así como los espacios interproximales
pequeños de los dientes ubicados en la zona anterior de la boca. El uso de la
seda/cinta dental como método para remover la placa interdental es la técnica
que ha recibido más atención. Pero cuando la papila retrocede, el espacio
interproximal se incrementa. Es en estos casos en los que se recomiendan los
cepillos interproximales.
Los cepillos interproximales
Los cepillos interproximales son frecuentemente recomendados en pacientes con
suficiente espacio entre sus dientes, así como premolares y molares, ya que
presentan un espacio interproximal más grande y accesible. Se recomiendan
cepillos que presenten filamentos suaves de Tynex®, trenzado con un fino
alambre de acero inoxidable plastificado para no resultar molesto en los
pacientes, sobre todo en los que tienen superficies radiculares sensibles.
La forma del cepillo interproximal puede ser cilíndrica y cónica (como un árbol
de Navidad). Es importante que la longitud de los filamentos en sentido
transversal se adapte al espacio interproximal para que la limpieza se realice
mediante un movimiento de vaivén. También se pueden usar como aplicadores de
sustancias antimicrobianas, por ejemplo para aplicar un gel de clorhexidina o
de CPC (Cloruro de Cetilpiridinio), que previene caries o inflamación. El
cepillo tendrá que ser descartado cuando sus filamentos se aflojen o se
deformen.
El sangrado gingival durante la limpieza interproximal puede ser producto de un
traumatismo o indicio de inflamación. Los pacientes deben saber que el sangrado
no es signo de que hay que evitar la limpieza interproximal sino más bien lo
contrario, ya que indica la presencia de una inflamación que debe ser tratada.
Es importante destacar que los métodos más actuales de limpieza interproximal están limitados en su efectividad por la habilidad y la motivación o compromiso de los pacientes más que por el propio método (Warren et al., 1996). No todos los elementos de limpieza interproximal son aptos para todos los pacientes o todos los tipos de dentición.
Las diversas técnicas de limpieza interproximal abarcan desde el uso de la seda y la cinta interdental hasta los cepillos interproximales y el empleo de elementos eléctricos auxiliares como los irrigadores bucales, que utilizan un sistema de irrigación pulsátil de eficacia demostrada. El objetivo de los programas de higiene oral modernos debería ser poner un mayor énfasis en las áreas interproximales de la dentición de sus pacientes.
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